lunes, 27 de octubre de 2008

Andaba siempre con los pies fríos, andaba de aquí para allá dando pasos con esos cubitos de hielo que apenas la dejaban dormir ni andar ni pensar ni llorar, y te juro que esos pies tenían que estar a unos cuantos grados bajo cero, y daba igual los calcetines que calzase, andaba siempre de aquí para allá con los pies y el corazón tan frío que cuando parecía estar caliente le sorprendían los pies con una nueva helada hasta el corazón que tiritaba y ella también, arropadita sin dejar de llorar porque nunca legaba el calor, bueno, sí, cuando ya no lo necesitaba, cuando ya se había quedado dormida y las mantas y tiritas le sobraban porque ya qué más daba, si dormía (pero no soñaba).